viernes, 6 de febrero de 2009

Ivara

Ivara se mira al espejo, deja que suba el humo denso de su fragancia preferida.
Pronto recordará que tiene sueños que la cálida brisa otoñal tiñe de amarillo.
Se acaricia lentamente la cabeza como si en ella estubiera buscando una respuesta.
Solo le queda coger aire hondo, y dejar que de él emerga un sonido.
Solo quiso transparencia y se topó con una ventana opaca.
Nunca advierte una lágrima,nunca esconde una sonrisa. Nunca suele albergar más de tres lluvias en su parcela de silencio.
No es de las que corren por no saber volar.

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